Dos grandes acaponetences.
Ayer domingo dos grandes acaponetences cumplieron un aniversario luctuoso.
Héctor Gamboa a la izquierda de la foto y Ali Chumacero del extremo derecho.
Copio y pego del muro de Ilia Gamboa los siguiente:
A 13 años de tu partida padre Héctor Gamboa Quintero 🙏
El señor Martín Sáizar dijo una vez “Si pudiera bajar un cielo, lo bajaría para Acaponeta” (Acaponeta es un municipio de Nayarit de dimensiones pequeñas y un semillero prolífico para la literatura y para las fiestas patronales.)
Los escritores Alí Chumacero y Héctor Gamboa nacieron allí, en la misma generación, ellos fueron grandes amigos que compartieron el lugar de nacimiento y los gustos por las mujeres, el alcohol y las corridas de toros.
Cuenta Héctor que después de una noche de farra Alí le platicó que al abrir los ojos vio que no estaba en su recamara ni en su cama. Luego lo que vio fueron unas piernas a su lado y dijo “le pedí a Dios que fueran de mujer” --¿Y de que eran?-- Preguntó Héctor. No te voy a decir. Contestó Alí, Y nunca se lo dijo.
Alí fue para Héctor como un hermano mayor, de esa familia que se elige y se lleva entrañablemente en el pensamiento. Cualquiera a su alrededor podría percibir su amistad, tanto así que la percibió la muerte o Dios o las nubes en un cielo azul porque partieron juntos 22 de octubre de 2010 ,con una diferencia de tan sólo 15 minutos.
La nota periodística decía así:
El viernes 22 de octubre a las 15 horas, Héctor Gamboa Quintero, autor de por lo menos 37 libros, sufrió un severo paro cardiaco que en el transcurso del día se complicó de tal manera, que entró en coma cerebral del que ya no salió, falleciendo al filo de las 22 horas. Rápidamente la noticia corrió por la redes sociales. ” Casi a la misma hora, ya se conocía la noticia de que al bardo Alí Chumacero, lo habían ingresado a terapia intensiva en un hospital de la Ciudad de México con severa neumonía, e incluso, familiares del autor de “Páramo de Sueños”, conociendo la gran amistad entre Héctor y Alí, se comunicaron con el novelista Gamboa Quintero, quien desgraciadamente ya estaba también en la misma condición. Más tarde se supo que Alí, también había pasado a mejor vida.
Ellos jamás serán entes etéreos, no podrían ser querubines oteando a las muchachas entre las nubes de algodón. Ellos siguen siendo de carne y hueso que desencajan de las bocas ajenas las palabras en forma de poesía. Las carcajadas francas y el pensamiento meditabundo. Honor a quien honor merece.
Crédito a quien corresponda